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Foto del escritorJuan Rey Lucas

Black Holes and Revelations de Muse

“La arquitectura es una música de piedras; y la música una arquitectura de sonidos”

Ludwig Van Beethoven


El jarrón da forma al vacío y la música al silencio”

Georges Braque


“El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla”

Robert Browning



Hace quince años salió al mercado el cuarto disco de una banda que huele y suena a la destrucción de la tierra por donde se le quiera percibir. Un ente lleno de vigor universal. Son densos (en el sentido más veloz que se le pueda hacer a este concepto). Emergidos de la portentosa década de los noventa. Muse está conformado por tres genios de su solfeo: Matt Bellamy en voz, guitarra, teclados y compositor; Christopher Wolstenholme en bajo eléctrico, teclados y coros; y Dominic Howard en batería y percusiones. De cualquier ángulo musical podríamos asemejarla con sus contemporáneos o las nuevas agrupaciones; pero letristicamente son una banda que siempre de ir más allá de una simple canción que se ubique como hit wonder, que sea buena, o que pegue. Se concibe pericia tacita en sus letras. Toca a un álbum que se orienta en los aconteceres mismos de su tiempo, de su porvenir, de su suerte que no eran muy prósperos. El Black Holes anda Revelations indaga las palpitaciones de su espacio-tiempo y lo hace de forma que todo el disco sale airoso, pero que la historia de este no tiene igual suerte. Se inicia con la cataclismica, infernal, y omnianiquiladora “Take a bow”, una canción que surge de las entrañas de la etapa, del periodo decadente del mundo. Pareciera que se conmiseran de nosotros después de tan opulento inicio, y nos sueltan una canción de las más inspiradoras –dentro de las mejores de la historia de la banda-, la iluminada y henchida “Starlight”. Continua otro de los sencillos que sacó el equipo de Reino Unido con la lasciva, sensual y lívida “Supermassive black hole”. Se manifiesta otra gema de ellos, la desesperante, agobiante y extertosa “Map of problematique”. Vendría, literalmente, una copla hecha, vuelta, creada canción para los modernos caídos, la insuperable, tiernamentecarnicera, y triste “Soldier´s poem” y que tal vez por su sobre pesimismo de letra y tonalidad de esta no haya sido considerada como sencillo, pero eso es lo que menos interesa. Ulteriormente, brota totalmente el contraste de la anterior, como si el cuarteto quisiera sacarnos de las hordas de la desmoralización para aventarnos, lanzarnos como proyectil denuedo, la alentadora, jovial, y entusiasta “Invincible”: una pareja que todo lo puede, y que todo lo podrá al final del día y de los tiempos. Sí es cierto que es noña, pero para las etapas del disco es digeriblemente valiosa. Retornamos al buen rock con la perseverante “Exo-politics”. Persiste la banda de salirse de los canales habituales para otorgarnos la combativa, anti-dogmatica y tenaz “City of Delusion” con esa guitarra cuasi-españolesca bastante sacadora de onda. Prosigue la buena sonoridad de guitarra empero de manera eléctrica, con la avasalladora y amorosa “Hoodoo”. Se culmina el disco con el último de los sencillos que saco la banda. La estupenda, genial, y brillante “Knights of Cydonia” con ese guitarreo del viejo oeste anticipándose hasta en el video a lo que se haría años posteriores con la película de Cowboys vs Aliens como filme. Un dije que cierra de manera espectacular un disco que no sólo satisface condiciones de su predecesor, sino hace maravillas con todas las cualidades que los integrantes ya han adquirido en sus versátiles carreras tanto cuando estaban diseminados en otros lados como ahora que se conjugan. Con una portada que transfigura todo el sentir de la banda: construido por Storm Thorgerson proyectando de forma diferencial a los cuatro jinetes del Apocalipsis. La bandada Muse construye un inconmensurable disco que tendrá su lugar alto en los anales de la historia del rock.





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