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Foto del escritorJuan Rey Lucas

¿Dónde jugaran las niñas? de Molotov (análisis)

Actualizado: 28 mar 2021

“La rebeldía es la virtud original del hombre”

Arthur Schopenhauer


A casi un cuarto de siglo de que surgiera un disco depurado de la furia de lo estupendamente naco, lo chido, de escupitajos de secundaria, y de la irreverencia de los desmadres de finales de los noventas. Captura el desmadre, el asco, y el rechazo por lo que los medios de cualquier índole y la idiosincrasia del país, en este caso de México, sobre cómo el sistema neoliberal ya estaba engullido a los habitantes y todo aparato institucional de toda rama burocrática. Tito, Paco, Randy y Micky diseñan con una portada -igual de controvertida, que en su tiempo fue censurada. Adolecíamos también como país de una doble moral, mojigatería y cinismo. Portadas como esas vislumbraban lo que años posteriores manifestaría reportajes como el de Lidia Cacho y actualmente el feminismo mexicano-.


Pero empecemos por rememorar la excelente dureza y aspereza del disco: comenzamos con aquel homenaje (obviamente a él no le agrado mucho: ya a estas alturas puede sopesarse sobre la actuación que tuvo en fases de la historia del país. Aunque al final de su vida pudo hacer su labor periodística con mayor dignidad) que el grupo le dedica al comunicador más conocido en los medios informativos de México del siglo pasado. La chingona, rifada, y chingativamente genial “Que no te haga bobo Jacobo”. Nos deslizamos con la suave como un buen cigarro verde, y muy verbena “Cocktail Party”.


Continua la chabacana, cuasi-cumbia, y muy de ritmo de nuestro continente, como afrenta por un orgullo de nuestras raíces, costumbres, y riqueza centroamericana: la chévere “Voto Latino”. Continúan aquellos primeros clásicos en los distintivos de los refranes y frases del léxico mexicano: la sórdidamente divertida y repartidora de karma “Chinga tu madre”.


Prosigue otro clásico estupendo del disco: ahora se montan en la guerra al gobierno que estaba estrangulando al país y que ya llevaba años quitando y ofertando las riquezas nacionales. Tomada como insigne de valor es la solidaria, fraterna, compasiva y hermanada “Gimme tha power”. Vendría otra rola repleta de un calibre alto de misoginia e inescrupulosa. Es cierto que si hubiera salido el disco en estos tiempos ni siquiera hubiera podido ser editado. Pero en su tiempo la generación tenía la habilidad de saber que la canción estaba orientada al sarcasmo, la ironía, la sátira y las buenas puntualidades de los defectos humanos y sus relaciones.


Es la formidable, ingeniosa, y perspicaz “Matate Tete”. Continua la muy desmadrosa, jaranera, y manifestada en el habla de las zonas chicanas: la alborotada “Más vale cholo que mal acompañado”. Aparece quizá la menor en el sentido musical, pero sería como una pausa para que podamos centrarnos y descansar de la oleada de síntomas por la que la banda apunta. Es la tranquila y parsimoniosa “Use it o lose it”.


La banda de rock rap oriunda de la ciudad de México sabe plegarse a la terminología del habitante defeño. Otro clásico por las connotaciones del vocablo: la legendariamente toxica, bulliciosa, bufona, y excelentísima “Puto”. Retornan al hip hop para manufacturar una aversiva rola por demás magnifica, fascinante de dolor, de orgullo enfermo, y de codependencia crónica: la atractivamente “¿Por qué no te haces más allá?”. Se manifiesta otro de sus himnos por los que seguramente serían estereotipados como traicioneros a la patria en estos tiempos. Pero afortunadamente pudimos disfrutar de su ruido rockero: es la rítmica, socarrona, ladina, chirigotera y chacotera “Cerdo”. Terminamos el despliegue de sordidez, con la avinagrada, arisca, abrasiva, y astringentemente fascinante “Quítate que masturbas” Un disfrute de las enfermedades de la masculinidad padece y que Molotov se burla de su mismo antropomorfismo por demás psicoanalizado. Ahora la banda disfruta las mieles de una carrera tanto de altibajos como de éxitos. Pero les agradecemos que hayan insistido y tenido fe sobre su trabajo (me acuerdo que salían a las calles a venderlo personalmente pues estaban vetados). Ese es el punto asertivo: tenerle convicción a lo que construyamos para mostrar lo que quizá un país no quiera exponer, o sea demasiado endeble para mostrarlo. La banda obligo a hacerlo. El arte salió victorioso en este caso.





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