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Foto del escritorJuan Rey Lucas

Heathen / David Bowie (análisis)

Lamúsica esel vinoque inspiranuevas creacionesy yosoy Bacoque prensaeste deliciosovino paralos hombresy losembriaga espiritualmente

Ludwingvon Beethoven

A cuatro años y dos meses de que haya partido quizá el artista más grande que ha pisado la tierra. Y no lo digo tan sólo con pretensión, sino en el real sentido de sus dimensiones. Retomaremos una de sus construcciones polifónicas ya de este siglo que pudo disfrutar de su presencia y creaciones. A diez y nueve años de distancia está el sorprendente “Heathen”.

Yo no pude conocer al maestro de Londres por sus clásicos sino por sus últimas producciones las cuales llevan esa aura sobre el buen añejamiento y una envergadura de solera bien adecentada. El disco de portada enmarcado con el traje color parco y ojos iluminados como meta humano.


Inicia con la sonoramente permutable, contemplativa y abismada “Sunday”. Proseguimos con un clásico de otra de las bandas que admira el maese kafkiano. La sórdida, venenosa, y adictiva “Cactus”, original de The Pixies. Aquí, el conde se arriesga virtuosamente a tocar todos los instrumentos para la canción, a excepción del bajo. Quedando una melodía a la altura de la banda de Boston (hay quienes dirían que mejor). Seguimos con una balada tanto igual de densa. El piano lleva toda la furia de lo que el planeta padecía en esos tiempos tan inescrupulosos: es la entristecida, afligida y descorazonada “Slip away”. Vendría el buen rock madrigal con otra joya: la introyectada, ponderada y sopesada “Slow burn” con su coro descarnado que advierte las fatalidades y desgracias como el pan nuestro de todos los días. Proféticamente demoledor: “But who are we / So small in times such as these / Slow burn”.

Continúan las buenas rolas con la soberbia, en alta estima y honrosa “Afraid” (el titulo es engañoso pues su letra abraza la fuerza y la positividad de las acciones ante las adversidades). Otro clásico tomado por el maestro multiversatil para esculpirlo en los altos vuelos de la creatividad. Manufacturada por otro grande de la historia musical: Neil Young. La brusca, desapacible, e intrépida “I´ve been waiting for you” exponiendo la lucha y sobrevivencia de una relación, por amor y pundonor.


Viene la espacial, apacible e impertérrita “I would be your slave”. Aparece la dinámica, diligente y escurridiza “I took the trip on a gemini spaceship”. Se manifiesta otro diamante: la taciturna, depresiva, pero gloriosa “5:15 The angels have gone”. Nos topamos con una alegoría a la belleza de la vida que dan esos pequeños instrumentos de afección que ahora son tan evidentemente omitidos: la hermosa, vital, y energética “Everyone says hi”. Continua la afirmativa, activa e idealista (en el mejor de los sentidos) “A better future”. Culmina el tour the forcé con la absorta, discursiva y vehemente “Heathen (the Rays)”.


Darle una categoría en cuestión numérica sobre si será o estará entre el top 10 de sus mejores arquitecturas melómanas, es perder el tiempo. Aunque indudablemente aún (todavía) falta que el tiempo le de su posicionamiento para darle la revaloración que tendrá para aquellas generaciones de finales de este siglo que apenas empieza. O es si acaso y no lo dudo uno de los grandes discos de esta centuria. El maestro Bowie siempre habrá que celebrarlo. Ha sido un placer haber sabido que se pudo cohabitar la tierra con semejante presencia. Ahora a rasgar y combatir lo ordinario por medio del arte que el duque blanco gesto.




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