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The Cure: disco homónimo (2004)

Foto del escritor: Juan Rey Lucas Juan Rey Lucas

Elamor es algo eterno, el aspecto puedecambiar, pero no la esencia

JeffZinnert


El disco a tratar es el retorno en el nuevo siglo de una de las bandas más grandes que ha dado la historia del rock -yo diría que es la más grande pero es cuestión de gustos como dicen los cánones-. Tras uno de sus tantos ostracismos y después recibir por todo el mundo honores y tributos (MTV le dedicó un especial de sus veinticinco años de carrera) es el álbum que lo da a conocer a las nuevas masas que desconocen totalmente el acetato, los hits radiales, y los conciertos masivos. Es la llegada de Robert Smith y The Cure con un disco homónimo plagado de creación y por supuesto manteniendo un calibre generacional.


La banda inicia con la desgarrada, suplicante y neurótica “Lost” surgiendo de dolor con ese coro demencial: “No me puedo encontrar a mí mismo”. Continua esa rola con ritmo cuasi-arabesco, errática, negadora de la metamorfosis, la impugnable “Labyrinth”. Prosigue la remembranza-nostálgica, la añorante “Before three”. Tenemos la idílica, utópica y afligida “ Truth, Goodness and Beauty” con su coro que Robert reitera reclamándole su inoportuna presencia en el planeta: “I’ ve been waiting for the lies to end / Holding for the bad to go / I ' ve been hanging for the ungliess to change / Waiting for a word too true / Holding for a world too good / Hanging for a world too beautiful”.


Aparece el primer sencillo de la banda: el recuerdo de la relación que se ha quebrantado por los errores acumulados; e insisten sobre un amor que ya no puede dar más de si: la maravillosamente triste “The end of the world”. Se presenta un clásico escondido. Una rola que tendrá que ser revalorada con el tiempo: el festejo de aquella relación poseedora de todas las potencias, pero que por las contingencias fracasa: la condensada, deslizante, y sublimada “Anniversary”. Estalla el sonido con la aparición del rock más energizante: la bestial, salvaje y ávida “Us and Them” con su coro valemadrista y furioso: “You don' t want me anywhere near you / Get muy fucking head out of tour word”. Se exhibe otra joya subterránea del repertorio: Smith deambula sobre la incomprensión de las parejas ante sus prejuicios de la construcción de la personalidad y el ser amado. La poperona, radial y portentosa “Fake”. Vendrá el segundo sencillo: el enfrentamiento de los hechos cuando detonan su suceder implacable. La genial y muy nietzscheana “Alt.end”. Sigue la alegoría sobre los primeros momentos al encuentro con el amor y la persona que se le ha dado ese honor: la magnífica “ I don' t know whats going on”. La siguiente nos rememora a esos episodios melosos y dulzones que disfrutamos con la banda: suena la risueña, feliz y optimista “Taking off”. Continuamos con la estridente, arrítmica, y ruidosa en el mejor de los sentidos; la inmejorable “Never”. Chocamos con uno de los trayectos sonoros a lo que nos tenía acostumbrada la banda: repleta de sangre polifónica, densidad y quebrantamiento. La desesperanzada, terminal y derrumbada “The promise”. Se manifiesta otro clásico que ha ser sopesado por la historiografía. Donde nos percatamos de remembranzas de su penúltimo disco. Una composición tan noble como poderosa: la aletargada, extenuante, y longeva “Going nowhere”: el devenir de las intensidades no previstas. Se cierra con una colosal y herculina composición.


También recordándonos aquellos ayeres en donde la banda era completamente desconocida pero contenía un aura dark por demás marcado y ataviado de melancolía y maquiavelismo. Finalizan con la siniestra, sombría, y purgativa “ This morning”. Un digno regreso al siglo XXI por parte de la manada musical comandada por el icono del pop pesimista del siglo pasado. Aprovechemos que aún se mantiene en la Tierra y que aún pueden dar de sí. Al Cesar lo que es del César, y a The Cure lo que es de ellos.




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